Lo que para ellos es reivindicación del conocimiento, corre el peligro de ser percibido como un discurso pedante y vanidoso. Desgraciadamente para la carrera de Álvarez de Toledo, ni la mayor parte de los ciudadanos, ni los miembros de su propio partido, la han valorado tanto como ella a sí misma.
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Pero en este caso el gremlin se ha pasado de barriobajera.
Julio Anguita, líder de Izquierda Unida, se hizo muy conocido por caer a menudo en la utilización de un tono altivo en muchas de sus declaraciones públicas. Sus seguidores siempre fueron enormemente leales a su figura mesiánica y sus muchos detractores le acusaron de utilizar un estilo soberbio y poco abierto a aceptar la crítica o a mostrar algún humilde atisbo de duda en sus manifestaciones.
Menudo párrafo de mierda... Si Julio Anguita estaba tan seguro en lo que decía es porque lo había estudiado, pensado y reflexionado hasta la saciedad. Cosa que no hace actualmente ningún político.
Y si alguno hubiera tenido una mínima altura intelectual para hacer dudar al Califa Rojo a este no se le hubieran caído los anillos en reconocerlo.
Lo que pasa que claro, Anguita en los debates se meaba al personal porque se los preparaba a fondo. Y ningún político adversario se ponía frente a él en un debate porque los dejaba a la altura del betún.
Eso se llama ego.