Como es natural, al salir la noticia de que Cristina Cifuentes me pide cuatro años de cárcel por insultarla en Twitter, se ha generado cierto revuelo, no sólo alrededor de lo ridícula que resulta la situación, también sobre el hecho en sí. Seamos claros, al margen de toda la carga política que pueda contener la acción en sí, llamé puta a una mujer. Y eso no está bien.
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Una puta es una explotada, Cifuentes es una antidemocrata represora, lo que la incluye en el pratriarcado de alguna manera y su servicio no es para aquellos necesitados, es para la castuza que gobierna gracias a un sistema injusto, el voto de 10 millones de borregos que se creen (o quieren creerse) a un líder subnormal profundo que no entiende ni su propia letra y nos vende unos brotes verdes más falsos que un billete de 7€ mientras nos endeuda astronómicamente en un país al borde del "invierno demográfico" donde gentuza como el alabado Suárez vendió la poca industria que teníamos, elevó el paro de 300.000 a 1.600.000 y semejante incompetencia se premia con honores en su funeral.
Así es, Cristina Cifuentes es una rueca más en el engranaje maligno, autoritario, capitalista que conduce dulcemente a el pueblo español a la más profunda de las simas.
El régimen tendrá que caer sólo, y soy optimista.