Bebía como un bucanero, fumaba como una chimenea, contaba chistes verdes, tenía enfados volcánicos, cambiaba de partido como de chaqueta, despreciaba las encuestas electorales y engañaba a sus ciudadanos sobre las bajas reales que su país estaba sufriendo en la guerra. Y aún así, con todo lo malo, en una era de políticos adolescentes, postureos de red social y búsqueda de relatos postizos, echamos de menos a un tipo como Winston Spencer Leonard Churchill.
|
etiquetas: churchill , modelo , época del populismo , políticos adolescentes
Ahora está mal visto
«No os ordeno que ataquéis. Os ordeno que muráis».
www.elperiodico.com/es/internacional/20140807/gallipoli-gran-fracaso-d
¿Fueron ellos? ¿Fueron las circunstancias? Creo que nadie es ajeno al tiempo que le toca vivir. No obstante, algunos de esos valores antiguos, sí que parecen necesarios en este tiempo, aunque otros no tengan cabida (afortunadamente).
La vida se centraba en valores hoy casi en desuso: la dignidad, el desinterés, el estoicismo frente a la adversidad. Estos valores, como la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.
Si todo es relativo, ¿dónde encontrar valor para el sacrificio? Los hijos son un sacrificio para los padres, el cuidado de los mayores y los enfermos también lo es. Como la renuncia a lo individual por el bien común, como el amor. Se sacrifican quienes envejecen trabajando por los demás, quienes mueren para salvar al prójimo, ¿y puede haber sacrificio cuando la vida ha perdido sentido para el hombre, o solo lo halla en la comodidad individual, en la realización del éxito personal
Otro valor perdido es la vergüenza. ¿Han notado que la gente ya no tiene vergüenza y, entonces sucede que entremezclados con gente de bien uno puede encontrar, con amplia sonrisa, a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones, como si nada? En otro tiempo su familia se hubiera enclaustrado, pero ahora todo es lo mismo y algunos programas de televisión lo solicitan y lo tratan como a un señor.
Mustafá Kemal, su futuro estadista, destacó al frente de una división y fue aclamado como «salvador de Gallípoli». Sus consignas a los comandantes fueron de resistencia a ultranza: «No os ordeno que ataquéis. Os ordeno que muráis».
Jodían al resto el mundo, pero los intereses de su país los defendían a rajatabla.
Hasta Trump y Cameron.