Ese fue el verano de nuestro descontento. A principios de este año, muchos de nosotros esperábamos ver mejoras drásticas en nuestra calidad de vida. Las vacunas milagrosas ofrecían la esperanza de que la pandemia terminaría pronto y volveríamos a la vida normal. También esperábamos que la vuelta a la normalidad sentaría las bases para una rápida recuperación económica. No parecía descabellado cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, predijo un “verano de alegría”.Pero eso no sucedió.
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Hasta entonces, y digan lo que digan, olvidáos. Todo lo que se regale va sumando. Y con intereses.