El pasado domingo, 24M, presencié una de las imágenes más típicas de los días de elecciones en mi madrileño barrio. Un señor de unos 50 años, vestido con traje de chaqueta y corbata, el pelo engominado hacia atrás y un bigote que te recuerda a épocas pasadas (y menos mal que pasadas) empujaba de la silla de ruedas de una señora anciana, arrugada, con ropa añeja y la cabeza caída. Sus pocas fuerzas no la permitían mantenerla erguida.
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TAMBIÉN tienen derecho a votar
¿Cómo llamarías a los que roban la pensión a un anciano? ¿Y cómo llamarías a los que ROBAN su voto?
Además, creo que el presidente de mesa tiene potestad para no dejar votar o al menos solicitar a los interventores que se reúnan para debatirlo, en caso de que se pueda comprobar la incapacidad de alguien para razonar.
Me gustaría manifestar que en ningún momento he afirmado que personas con sus capacidades mentales e intelectuales intactas no deban ir a votar, tengan la edad que tenga. Sin embargo, en los vídeos se ve cómo son personas que no las tienen, y que de hecho no votan por sus propias convicciones, intereses ni pensamientos. Ahí está el problema. Más de una vez se escucha a estas personas decir que les han metido la papeleta en el sobre, y que no saben lo que votan.
Es injusto tanto para ellos mismos (que les imponen un voto que desconocen y que puede ser contrario a su voluntad real) como para la democracia y el conjunto de la sociedad en general.
Por otra parte, como dice Cide, las potestades del presidente de la mesa son: "Dentro de los locales electorales, los Presidentes de las Mesas tienen la autoridad exclusiva para conservar el orden, asegurar la libertad de los electores y mantener la observancia de la ley". Asegurar la libertad de los electores. Una libertad que se pierde cuando el voto es impuesto.