Una investigación del periodista alemán Hans-Martin Tillack en 2009 y publicada por el think tank británico Open Europe ha terminado originando un escándalo político y mediático en España 2014. Por si estos datos no fueran suficientes para alertarnos de la situación del periodismo español (y catalán) hay que ver el enfoque que se ha dado a la noticia. TRADUCCIÓN:
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El resto, tienen un fondo de pensiones al que su empresa ha estado haciendo aportaciones. ¿Ninguno de vosotros ha leído nunca el impreso de la declaración de la renta? ¿Y los que se encuentren en esa misma situación, cuántos tienen la opción de elegir el fondo concreto en que les hace las aportaciones su empresa, cuando lo normal es que tenga contratado uno gordo para todos?
Ha tenido que dimitir por demagogo. Otra cosa diferente es que algunos lo hayan declarado o no a hacienda. A los que no lo hayan hecho, que los empitonen. Aunque ya os digo yo que ninguno de ellos ha cometido delito fiscal, y simplemente les harán una paralela si acaso.
Además nos vendrían a contar que, de otro modo, habría fuga de vampiros y se irían a otros países más permisivos... como Transilvania, digoooo... Luxemburgo, donde ser vampiro es más fácil y se puede matar al doble de niños.
En el mundo hay gente que son unos cabrones-hijos-de-puta y están haciendo leyes para permitir y hasta premiar ser un cabrón-hijo-de-puta.
IU está radicalmente en contra de la inversión privada, es normal que su parroquia los queme en la plaza del pueblo cuando se sabe que uno de ellos hace uso de estos instrumentos. El señor Meyer se ha quedado sin trabajo y sin pensión por karma y por gilipollas, no hay más.
La pena es que haya calado en la sociedad esta idea de que la inversión colectiva es intrínsecamente una herramienta para el fraude, cuando bien regulada podría ser una manera estupenda de orientar los recursos de pequeños ahorradores hacia la economía productiva.