Algunos soldados del ejercito congoleño quisieron hablar conmigo acerca de por qué habían violado. Un joven de unos 20 años tenía una cara redonda inocente, sin marcar. No mostró ningún rastro de remordimiento y de forma desafiante me dijo: “Cuando violamos nos sentimos libres”. Los hombres con los que hablé afirmaron que habían violado después de que sus oficiales de mando se lo hubieran ordenado. Otro oficial habría ordenado a sus hombres que lo rodean para protegerlo de balas perdidas, mientras estaba violando a una adolescente.
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Por poner un ejemplo cercano, si tienes la oportunidad de hablar con soldados españoles que fueron a Bosnia, pídeles que te cuenten lo que pasaba allí.
O lo que pasa en Oriente Medio, o lo que van a hacer los cascos azules a zonas en conflicto en África o en Haití.