Los británicos se han propuesto aprender a ser felices. Y son los daneses, campeones en felicidad, quienes marcan el camino. Visitamos una clase de hygge en Londres para analizar las claves del éxito.
Apuesto a que esta obsesión no es más que cuatro esnobs yendo a un curso de autoayuda.
"Hygge" no es más que el ambiente acogedor y de buen tono, y todo el mundo con buena cara sin palabras duras y sin discutir.
Han escogido esto porque les da la gana, con el mismo criterio que podrían decir que la Jantelov (que tiene muchas más credenciales para representar la mentalidad cultural danesa), los snaps, el Skomager, o los bollos de canela son el culmen de la felicidad.
Lo que más llamativo resulta es que no se fijen en la horizontalidad de la sociedad danesa en contraste con la fuerte jerarquía social británica, porque a lo mejor eso requiere algo más que ir a tomar café y galletas en una mesita con velas.
"Hygge" no es más que el ambiente acogedor y de buen tono, y todo el mundo con buena cara sin palabras duras y sin discutir.
Han escogido esto porque les da la gana, con el mismo criterio que podrían decir que la Jantelov (que tiene muchas más credenciales para representar la mentalidad cultural danesa), los snaps, el Skomager, o los bollos de canela son el culmen de la felicidad.
Lo que más llamativo resulta es que no se fijen en la horizontalidad de la sociedad danesa en contraste con la fuerte jerarquía social británica, porque a lo mejor eso requiere algo más que ir a tomar café y galletas en una mesita con velas.