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Que dios nos coja confesados: las 5 historias reales que revelan qué ocurre en Wall Street

Que dios nos coja confesados: las 5 historias reales que revelan qué ocurre en Wall Street. La gran apuesta será una de las películas de la temporada. Pero el libro en el que se basa describe los males de las finanzas de una manera muy precisa. Y asusta.lo que el libro de Lewis subraya es la enorme ineficiencia, y las dosis increíbles de mala gestión que imperan en Wall Street y que se aliaron con el deseo de hacerse ricos.

| etiquetas: que dios nos coja confesados , las 5 historias reales , wall street
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  1. meneo porque me hice fan de tus etiquetas #0
  2. Lo que dice me ha recordado a la junta directiva de mi empresa, salvo un par de personas, la abrumadora mayoría son absolutamente inútiles, llegando algunos a niveles vergonzosos.
    Algunas veces me recuerdan la escena de la fiesta de Eva Braun en la película "EL hundimiento", con los rusos ya entrando en Berlín.
    Las grandes compañías están manejadas por inútiles y sobreviven gracias a sus empleados, no a sus directivos
  3. traducir "the big short" por "la gran apuesta"... no me gusta.

    respecto al libro, lo lei hace ańos y es muy recomendable
  4. "Fue increíble -decía Charlie- ¡Menuda verborrea! No paraba de machacar que las agencias de calificación eran unas putas, que los títulos carecían de valor y que todos ellos lo sabían. Dijo en voz alta lo que nosotros sólo sospechábamos. Era como si hablara de asuntos que no debía. Cuando terminó, se produjo un completo silencio. Nadie intentó contradecirle. Simplemente pasaron a hablar de otras cosas. Era como si todo el mundo fingiera que no había dicho aquello”.

    Los mercados son unos bastardos codiciosos, borrachos, y caprichosos.
  5. #2 Es que sólo los inútiles ascienden en las empresas. Normalmente si un tío hace bien su trabajo, nadie le ofrece un puesto mejor porque:
    a-. Quizás en el nuevo puesto no sea tan bueno
    b-. Quizás no se encuentre a alguien tan bueno para cubrir el puesto que deja.

    ¿Quiénes ascienden entonces? Sólo los mediocres.
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menéame