Mucho se habla de la imposibilidad de muchos jóvenes españoles para acceder a una vivienda en propiedad. Pero pocas veces se ha concretado la magnitud de ese drama en un solo dato, tal y como ha hecho la Fundación de Analistas Financieros (Afi), que asegura que el porcentaje de hogares jóvenes -menores de 35 años- con vivienda principal en propiedad se ha desplomado desde casi el 70% a principios de siglo a un 36% en 2020, con un claro desplazamiento hacia el alquiler, así como a la cesión de vivienda por parte de familiares, como alternativas.
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No debe parecerles a los jóvenes españoles que la precariedad y la pobreza en que sus propios padres les hicieron nacer sean circunstancias tan horribles, si arden en deseos de hacer nacer también a sus propias proles en ellas, a que sus proles también reciban en herencia y les agradezcan esa pobreza, esa precariedad, ese subdesarrollo, ese capitalismo, esa monarquía y esa España tanto como ellos, los jóvenes españoles, los agradecen a sus padres.
Desde esta perspectiva, tener hijos es la manera más clara y evidente en que una persona puede mostrar su aprobación favorable del entorno económico o de las condiciones económicas en que dicha persona hace nacer a esos hijos. (Pues ¿qué persona ética e inteligente haría nacer a sus propios hijos en un determinado entorno o circunstancia económica si considerase que ese entorno o circunstancia económica es horrible?)
España, pues, va bien y está bien como está, y la precariedad, la pobreza, el subdesarrollo, el capitalismo y la monarquía son cultura, costumbres, modas, tendencias, derechos, libertades, preferencias, elecciones, votos e hijos de los españoles, y nos los tienen que respetar así como nosotros, los españoles, también respetamos las costumbres y culturas ajenas.
Y es que el libro de los gustos está en blanco, y la convivencia en una sociedad civilizada debe consistir en que sepamos respetarnos los unos a los otros las costumbres, culturas, derechos, preferencias económicas, criterios progenitores y principios éticos de cada cual, aunque puedan ser muy diferentes a los nuestros.
Así que no permitáis, jóvenes españoles, que estas noticias aporófobas desvíen vuestra atención y vuestra ética: no renunciéis a pegaros el gustazo de generar otro baby boom para hacer nacer a vuestras proles en la pobreza o la precariedad, y entregarlas al capitalismo y a la monarquía. Porque la natalidad y las pensiones lo necesitan, y porque aunque en un primer momento quizá podría pareceros mal hacer nacer a vuestras propias proles en la pobreza o en la precariedad, cuando vuestras proles alcancen la mayoría de edad también se volverán defensoras del derecho de hacer nacer a sus propias proles en la pobreza, en la precariedad, en el capitalismo y en la monarquía, a que estos hijos suyos (vuestros nietos) les agradezcan todas estas cosas, en forma de pensiones, tanto como vuestras proles os las agradecerán a vosotros, en forma de pensiones, y tanto como vosotros las agradecéis a vuestros padres, en la misma forma. Así que no hay ningún problema con que hagáis nacer a vuestras proles en la pobreza, en la precariedad, en el subdesarrollo, en el capitalismo y en la monarquía, porque vuestras proles os lo agradecerán, en forma de pensiones.
Y recordad que cuando hacéis nacer a vuestras propias proles en la pobreza y la precariedad, no serán los ricos, el capitalismo y la monarquía los que se estén riendo de vosotros, sino que seréis vosotros los que os estaréis riendo de ellos.
Ah, y no creáis a nadie que intente haceros creer que existe algo así como una guerra intergeneracional.