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Estado de indecencia. Opinión

¿Vivimos en un remedo de democracia con condiciones? ¿Debemos dar las gracias por permitirnos soñar con la justicia? ¿Hemos de entender que España se tambalea si se certifica por sentencia judicial que parientes directos del rey son unos delincuentes que han robado o distraído dinero público? Aquí ya ni causan especial sobresalto la cadena de desvergüenzas que nos caen encima a diario. Por las palabras de personajes de relevancia pública, la honradez y la credibilidad son valores negociables. Se está educando en la indecencia.

| etiquetas: opinión , indecencia , corrupcón
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  1. ¡No es del PP, no fue ministro, ni siquiera existe!
  2. Yo a veces trato de pensar en esto como lo haría Freud. Me explico:

    Si la oligarquía corrupta del estado español fuese ese gran mono alfa de la humanidad primitiva, a sus súbditos o hijos todavía nos da demasiado palo unirnos y darle matarife. Es decir, preferimos seguir bajo su dominio y pegarnos por las migas que caen en forma de amiguismos y dedazos (acceso a las hembras en la versión simiesca) que tomar medidas serias y acabar con su poder, porque la culpabilidad que sentiríamos por esto último es demasiado para nuestra mentalidad. Al fin y al cabo, ¿quién no tiene un pequeño corrupto entre su círculo de conocidos? Además, como bien dice el artículo, hemos sido educados por corruptos.

    En resumen: matar (simbólicamente) al corrupto en España es como matar (simbólicamente) al padre: hay que hacerlo para madurar como persona y como nación, pero nos da cosica dar el paso.
  3. Estado de indecencia + Venezuela = mayoría del PP

    ¿cómo puñetas no llamar a este país Españistán?
  4. #3 Mira que no soy muy freudiano, pero te aseguro que te has marcado uno de los comentarios más sencillos a la par que inteligentes que he leído aquí sobre el tema.
  5. #5 ¡Gracias! Pero el mérito es de este pedazo de libro: es.wikipedia.org/wiki/Tótem_y_tabú En esta obra hay algunas cuestiones de género que habría que actualizar, pero me parece una de las lecturas más fascinantes del ámbito de la psicología-antropología.
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menéame