El Gobierno de Vigo ha frenado la sala de fiestas del Palacio de la Oliva, en la zona más gentrificada de la ciudad. El negocio pertenece a la pesquera Interatlantic, líder del sector, y a una sociedad del reputado cocinero gallego Pepe Solla.
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La situación ha generado una alarma en los despachos de las instituciones locales. Las contradicciones son manifiestas. Esa misma sala que, por ahora, ha sido clausurada, acogió una ornamentada inauguración a la que acudieron el entonces delegado de Zona Franca y hoy diputado del PSOE en el Congreso, David Regades, el presidente de la Asociación Española de Mayoristas, Importadores, Exportadores y Transformadores de Productos de la Pesca y Acuicultura (Conxemar, la patronal del comercio pesquero), Eloy García y, micrófono en mano, el alcalde de la ciudad, Abel Caballero.