Este envío tiene varios votos negativos.
Asegúrate antes de menear
El programador ruso-alemán de 29 años de ascendencia judía ni conoce Silicon Valley ni es como los magnates tecnológicos. Cree que detrás del sol de Twitter, existe otro más brillante eclipsado por el desconocimiento.
|
etiquetas: eugen rochko , elon musk , mastodon , twitter , nazi 15 4 14 K 71
15 4 14 K 71
Debe ser que a Trump le molesta que no le dejen estar en twitter y pone a sus huestes a atacarlo, hasta la copia
La verdad, un estilo un poco cursi. Si el resto va a ser un rollo de ese tipo a lo mejor me han hecho un favor cortándolo.
Gonzalo Ugidos
21–27 minutos
Mastodon, ese proboscidio de dibujos animados que ha estado arrasando Internet esta semana, no es el producto de una nueva empresa de Silicon Valley, sino el empeño de un joven ruso-alemán que ni es el gurú de ningún culto disruptivo como Peter Thiel, ni un ideólogo de los negocios digitales como Jeff Bezos, ni lanza cohetes al espacio como Elon Musk. Pero ha puesto de los nervios al nuevo amo de Twitter.
El éxito y las maneras de Musk han dado lugar a comparaciones con otros magnates visionarios de la historia de Estados Unidos, como Henry Ford, Howard Hughes o Steve Jobs. Todos ellos comparten un perfil de ejecutivos de élite y capitalistas sin fronteras que, borrachos de ego trip, se vieron a sí mismos como más influyentes de lo que jamás serían la mayoría de los banqueros, actores y deportistas. Eugen Rochko se parece a esa estirpe como un huevo a una castaña.
No es mucho lo que sabe de su carácter, su familia, sus amigos, aficiones o vida privada, su biografía tiene anchas zonas en blanco, como los antiguos mapas de África. Pero sí se sabe que ni es un visionario ni aspira a ser rico como los A-listers del Silicon Valley. Parece un indie, un hípster cultureta moderno y gafapasta, un idealista con el alma en las estrellas y la determinación del filo de un hacha que, con un aparente desaliño indumentario, poco tiene que ver con Musk o con Jeff Bezos, que exhiben pectorales para morirse de envidia.
El fundador de Mastodon, Eugen Rochko. Mastodon
Rochko es un carnero embistiendo de frente contra la testuz del coloso Musk. Lo desprecia, sí; pero también lo envidia, aunque no tanto a él o a su dinero, como a su éxito. El creador de Mastodon cumplirá 30 años el 22 de enero y no quiere ser un golden boy, pero tampoco un loser. Se ve a sí mismo como el rey del microblogueo democrático, el comandante por derecho de un nuevo territorio del universo digital.
[Elon Musk, sus mujeres, 10 hijos y la traición que revela la cultura sexual de Silicon Valley]
Un valioso foro democrático
Hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, muchos de los 850 estudiantes de la Angergymnasium de Jena escapaban a Occidente y otros muchos lo intentaban. Cuando, en 2005, el judío ruso Eugen Rochko llegó a Alemania desde su Moscú natal tenía 11 años y sus padres lo matricularon en la Angergymnasium, la mayor escuela de secundaria en Jena… » ver todo el comentario
Ese perfil ultramoderno, buenista y transhumanista lo resumió en un toot un usuario de Mastodon el 23 de noviembre de 2016: "Mastodon es básicamente el Twitter de los peludos gay sin riesgo de racistas".
"Soy optimista en el pulso de Mastodon a Twitter. Mi red ofrece una experiencia más democrática y 'friendly'"
Eugen Rochko, fundador de Mastodon
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, Rochko presentó Mastodon como una alternativa a Twitter progresista y libre de nazis, que están vetados en su red, lo que le ha valido elogios en las publicaciones especializadas, desde Motherboard hasta Wired. Pero las políticas de Mastodon son más complicadas que simplemente prohibir a los nazis.
Los trabajadores tecnológicos blancos, homosexuales y de clase media que migraron a Mastodon lo hicieron para escapar del mundo exterior y convirtieron la nueva red en un espacio donde los usuarios debaten la teoría queer, pero tratan de mantenerse alejados de la política. En la revista Forbes, Rochko dijo que era optimista en el pulso de Mastodon a Twitter porque su red ofrecía "un tipo diferente de experiencia, más democrática y más friendly".
Dictador benevolente
En julio de 2017, una legión de más de 300 voluntarios se encargaba de enseñar a andar al mastodonte cachorro y Rochko nombró a una gerente de proyecto para su red social. Conocida como @maloki (también como Kinkimal), se presenta a sí misma en su cuenta de Mastodon como "adicta a los videojuegos, streamer, foodie y gordita" y abandonó la red acusando a su jefe de actuar como "Dictador Benevolente Vitalicio" (BDFL, en sus siglas en inglés), un título informal, y no exento de ironía, que se otorga a ciertos desarrolladores de software de código abierto que se reservan las decisiones finales dentro del ámbito de un proyecto.
Shel Raphen, que fue desarrollador de la red social y trabajó como… » ver todo el comentario
Mastodon. Omicrono Omicrono
De momento la criatura de Rochko ha encontrado una audiencia muy receptiva entre los reguladores europeos. El comisionado de protección de datos de Alemania, Ulrich Kelber, está librando una campaña para lograr que los organismos gubernamentales cierren sus páginas de Facebook, ya que dice que "no hay forma de alojar una página allí que se ajuste a las leyes de privacidad europeas. Las autoridades deberían trasladarse a una instancia propia en Mastodon del Gobierno federal".
Desde que, hace tres semanas, Elon Musk compró Twitter, su plataforma hace agua, le crepitan las cuadernas y se le pudren los palos. La promesa del magnate de acabar con las políticas de moderación de contenidos ha espantado a anunciantes como General Motors, L'Oreal, Volkswagen o Pfizer, que han congelado sus campañas. Esta desbandada ha provocado, por una parte, una drástica caída de ingresos que le ha servido a Musk de excusa para poner de patitas en la calle a casi la mitad de su plantilla, unos 3.700 empleados. Por otra parte, en ese río revuelto está pescando Mastodon de forma oportunista, pero masiva.
Los pagos crecientes de Patreon y las expectativas generadas por el ruidoso aterrizaje de Musk en Twitter han hecho que Rochko se haya venido arriba: "Desde el punto de vista técnico, Mastodon es mejor que sus competidores, es un millón de veces mejor que en abril de 2017 cuando se volvió viral por primera vez. Lo que necesitamos ya no son más funciones, lo que necesitamos es que la gente sepa que existimos".
Cree que detrás del sol de Twitter ya existe otro, más brillante, eclipsado por el desconocimiento, pero ahora más que nunca confía emocionado en que su pequeño mastodonte enmudezca los trinos del arrogante pajarito global. Al menos, Rochko podrá subirse el sueldo. De momento, trata de convencer a sus padres, que no están en las redes sociales, de que se apunten a la suya.