Hace cuatro meses, Pedro Sánchez salió de Ferraz con cara de linchamiento y se fue directo a una gasolinera. Va a hacer una locura, murmuraron algunos mirando por un hueco de la persiana bajada. Cuando Susana Díaz dio la orden, Verónica Pérez, aquella chica que se declaró única autoridad del partido durante un rato, tiró de galones para echar la llave de la sede por dentro y pedir que no se usaran mecheros. Toda precaución era poca. Pedro Sánchez no volvió.
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