ES INDISPENSABLE DECRETAR UN CONFINAMIENTO TOTAL Las simulaciones matemáticas advierten que las medidas actuales del sistema llevarán a un colapso del sistema sanitario alrededor del 25 de marzo. Se proponen múltiples medidas, como cierre adicional de zonas calientes, cierre entre provincias, destinar hoteles para los casos leves y aliviar hospitales, etc. Las medidas constarían de una fase inicial de ataque y otra de mantenimiento.
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Aunque solo que la gente respetase de verdad el aislamiento y no tratase de saltárselo paseando perros, saliendo a comprar cada dos por tres, metiéndose en bares ahora clandestinos etc... se podría solucionar muchas cosas.
Tampoco se puede obligar a comprar selectivamente. No se sabe cuando hay carne y cuando hay leche. Por la mañana hay cosas, por la tarde menos. Unos dias llegan unas cosas, otras el camionero está tan cansado que no ha llegado. O se ha tenido que cerrar una planta de produccción para desinfectar porque se ha encontrado un portador... Actualmente todo es una lotería y depende mucho de que de repente aparezca alguien con coronavirus y te cierren una instalación.
Se tiene que ser más restrictivo en hacer que la gente respete el aislamiento. Hay gente con 4 multas y siguen pasando de todo. Esa gente es un peligro, tienen que sacarlos de la circulación. Los detienen, les toman los datos y los sueltan. Ya está. Hay que preparar pabellones de detención temporales controlados por el ejército. Meter ahí a los reincidentes y no sacarlos hasta que pase el estado de alarma.
Esto está siendo un antes y un después en la UE. Aquí no se unen más que para marcar cuotas a interés de cada uno. Pero en situaciones de emergencia no se va a una.
Estamos solos. Nadie nos va a venir a ayudar. O hacemos trabajar algunos sectores de la industria, o nos morimos de hambre.
una cosa es traer alimentos, y otra es hacer el subnormal.
P.D. los alimentos que los reparta el ejército, o eso tampoco saben?
Por otro lado los hospitales ahora mismo son un foco de infección, hay que habilitar inmediatamente carpas y hoteles medicalizados para los casos menos graves y destinar algunos hospitales para los pacientes sin coronavirus (o empezaremos a matar a gente con una apendicits, etc.) y así rotar al personal sanitario que debería realizarse pruebas cada día o dos días, etc.
Todo esto no se hará salvo pánico, porque este gobierno no es de izquierdas sino de políticos que están mirando la supercrisis que viene y como seguirán en el poder y ponderan que no les interesa tanto esfuerzo y medidas impopulares para salvar “algunas vidas más” a costa de que la situación dure hasta bien entrado el verano...
Estaban advertidos en enero por el responsable de la Policía Nacional en materia de prevención en riesgos laborales, pero lo han despedido. También por la OMS, que ese mes calificaba la amenaza del coronavirus a nivel internacional como de riesgo "alto" o por la la Unión Europea, que a principios de marzo envió una recomendación alertando de que las concentraciones multitudinarias "propagan el virus".
Estos gestores han estado más preocupados de evitar que la población conociese el alcance real del problema que se avecinaba, que de proteger de manera eficaz la salud pública.
Y todavía hay una tendencia (alentada por la prensa-negocio) a señalar a los pocos ciudadanos que desobedecen las instrucciones del estado de alarma como responsables de los daños que va a sufrir la población (cuyo comportamiento mayoritario está siendo ejemplar), cuando el impacto de esas infracciones es mínimo en comparación con los profundos perjuicios sociales que la negligente gestión política de la grave emergencia sanitaria está causando ya y va a provocar tanto a corto, a medio como a largo plazo.
La gestión de la crisis del COVID-19 por parte de la autoridad competente está siendo tan negligente como lo fueron la del Prestige en 2002 (con sus “hilitos de plastilina”), la guerra de Irak en 2003 (con el bulo de las “armas de destrucción masiva”) y del 11M en 2004 (con el “ha sido ETA”), las de las catástrofes del Yak-42 en 2003, del metro en Valencia en 2006 y del Ave en Angrois en 2013, la de la crisis de 2008 (con el “no hay crisis”, para posteriormente rescatar a las entidades financieras a costa de los ciudadanos) y la del drama de los desahucios, que arrastra más de una década.
La diferencia con todas ellas es que la actual va a dejar muchas más víctimas y muchos más muertos entre la ciudadanía.