Las restricciones religiosas a la libertad de expresión, ya sea por parte del Estado o autoimpuestas, son peligrosas porque corroen la democracia. La libertad de expresión es el derecho humano fundamental que sustenta todas las libertades civiles. Nadie tiene derecho a no ser ofendido. Sin embargo, desde la abolición de las leyes sobre la blasfemia en Inglaterra y Gales, hemos visto innumerables intentos de suprimir la libre expresión por motivos de blasfemia u ofensiva. Si tienes algo crítico que decir sobre religión, alguien querrá callarte.
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