El ascenso de Íñigo de la Serna está plagado de tropiezos, que han llevado a la oposición a pedir su dimisión en apenas cinco meses de legislatura. El rescate de las autopistas, el caos del transporte, el trato a las víctimas del accidente del Alvia o el frustrado decreto de la estiba truncan su trayectoria
|
etiquetas: íñigo de la serna , ministro , fomento
Solo te diré que incluso expropió la casa a una señora de 80 años para poder construir una carretera que lo usan cuatro monos. O que pretendió cargarse un barrio entero mediante una norma de la alcaldía que establecía que por arte de magia, si una constructora se hacia con el 60% del suelo de un barrio, automáticamente tenían derecho a expropiar las viviendas del resto de habitantes. La constructora, obviamente, de un dirigente del PP también, claro.
Y ahí le tienes, de ministro de Fomento.
Máxime si el gobierno al que pertenece tiene, y tendrá, que hacer un continuo ejercicio de funanbulsimo para llegar a acuerdos y consensos.
La soberbia del niño bien, malcriado y acostumbrado a gobernar en modo emperador aflora detrás de esta cara bien parecida que en realidad camufla a un tipo con un pensamiento próximo al medievo.
Es el problema de haber gobernado con el rodillo de la mayoría, que llegas a creer que en realidad eres un superpersonaje de la política cuando lo único que has hecho es rememorar los tiempos del antiguo dictador, solo que con la cohorte de aduladores de la prensa de tu cuerda haciéndote la pelota.