Reino Unido lleva 60 años siendo el apéndice de los Estados Unidos pero esto (y lo de Assange) es una bajada de pantalones en toda regla. Es el fin de cualquier apariencia de soberanía nacional que pudieran tener los británicos, tan orgullosos ellos y tan proclives a creerse mejores que los demás, como si fuesen todavía un imperio.