El Código Penal de 1995, calificado pomposamente por sus redactores como el Código Penal de la Democracia, nació muerto en lo que se refiere a la libertad de expresión. Iglesia, Monarquía, Patria y Bandera quedaron blindadas frente a la legítima crítica de los ciudadanos, con penas por delitos contra los sentimientos religiosos y patrióticos.
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etiquetas: libertad de expresión , código penal , democracia
No sé por qué, no me parece muy imparcial la noticia
La tormenta perfecta para nuestras libertades llegaría de la mano de un fiscal hijo de militar que, reconvertido en magistrado, acabaría presidiendo la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Además de velar por el futuro profesional de sus hijos, Manuel Marchena es un excelente intérprete del reverso del derecho: sabe perfectamente cómo darle la vuelta a la letra de la ley para maximizar el impacto de la norma penal sobre nuestros derechos y libertades. Suyas son las interpretaciones legales más liberticidas, especialmente en lo que se refiere a la libertad de expresión en internet: léanse la sentencia con la que condenó a César Strawberry.