Son tantos los paquetes que esperamos o que las empresas repartidoras están obligadas a entregar en una sola jornada, que cualquier fórmula parece buena con tal de cumplir con el trámite lo antes posible. Pero no lo es. Las prisas, las malas comprobaciones o el «déjamelo en la puerta» pueden acabar mal. A veces, incluso nos llega una notificación de que el paquete ha sido entregado cuando no había nadie en casa, y aparece bajo el felpudo. ¿Pero qué hacer si no lo encontramos? ¿Y si está deteriorado?
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Si tratas de cumplir la normativa de entrega a rajatabla te fríen a reclamaciones y, si no le cumples y hay problema, las sanciones pueden ser de aúpa incluso con pegas de cárcel en ciertos casos.
Ahora incluye en la ecuación la competencia feroz gracias a los falsos autónomos, a los que salen de dos en dos compartiendo el sueldo o a las tiendecitas que no solo son punto de recogida sino que además reparten (a una compañera le entregó un paquete el hijo del tendedero, que tendrá unos 10 años).
Direcciones incorrectas, gente que no sabe ni dónde vive. Zonas sin numeración y barrios chungos donde muchas empresas no reparten.
Un mundo muy complejo el del reparto, la verdad.