Fenómenos meteorológicos extremos, la escasez de agua o la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos como el zika son las consecuencias en la realidad cotidiana del planeta, y todas tienen relación con un rápido calentamiento global. Aún así, seguimos sin tratar el cambio climático con el rigor que reservamos para otros peligros como el terrorismo. Quizá la culpa resida en las raíces, en nuestra naturaleza interior: la evolución no diseñó nuestros cuerpos para abordar el cambio climático con urgencia.
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etiquetas: ecología , cambio climático , terrorismo
Aquí, casi todos somos culpables.
Lo que no puede ser, es convertir Europa en una mierda anticompetitiva, mientras paises emergentes nos adelantan por la derecha sin que nos demos cuenta.
O follamos todos, o la puta al rio.