Echemos la vista al pasado y recordemos por un instante nuestra infancia. Tras el último día de escuela, con las agridulces despedidas de nuestros compañeros de curso, teníamos por delante tres meses eternos, subjetivamente más largos que los veranos que vivimos como adultos. De ellos, nuestros padres disfrutaban de entre dos y cuatro semanas de vacaciones que solían transcurrir en la segunda residencia del pueblo o en la playa.
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#Teahorrounclick
Mira, #2 está tan quemao que te tutea y te trata de usted en la misma frase.
Mi hija pudo decir en clase de Historia del Arte que muchas de las obras que estaban dando las vio en vivo gracias a que fuimos a Italia. Conoció en vivo el David, la Capilla Sixtina, el Coliseo... Eso es vida.
Con un poco de suerte, se motivará para aprender idiomas, tendrá curiosidad la gente del mundo en vez de pensar que no hay nada más ni mejor más allá de su terruño y será lo suficientemente humilde como para aceptar que no siempre son los otros los que deben aceptarle sin que intente adaptarse.
Eso sin contar con que la primera vez que se enfrente a un viaje en solitario no estará más perdido que Paco Martínez Soria, como nos ha pasado a muchos.
Salu2