En una improvisada pista de baile delimitada por postes y cintas en la discoteca Florida Park de Madrid, Vicente Pizcueta, portavoz de la patronal España de Noche, trata de explicar cómo se podría bailar en un un local de ocio nocturno en tiempos de Covid. Una asistente le ayuda paseando por el recinto mientras Pizcueta trata de explicar cómo los clientes entrarían en la pista, bailarían un par de canciones y se marcharían, todo ello protegidos con mascarillas y manteniendo distancia de seguridad.
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La mayoría de tíos íbamos a las discotecas para ligar.
Algunos han comentado que iban a beber. Yo ya entraba bebido, que salía barato consumir en el bar de la esquina. En la discoteca tomábamos la consumición mínima que estaba incluida con la entrada.
Fui muy pocas veces de discotecas, afortunadamente había alternativas más a mi gusto, eso sí, el "espíritu emprendedor" siempre estaba ahí, forjando el caracter como sólo se aprende con los fracasos... con decirte que entonces vivía en Euskadi, no me hables de "unicornios" porque allí no habia siquiera leyendas XXXD.
Los de ahora lo tienen todo hecho. No sé de qué tiempos serás tú. En aquellos tiempos, tener motivos para celebrar algún logro conllevaba inevitablemente una pena capital. Si, por lo que fuese había intercambio de teléfonos, los escalorfríos y sudores desatados en la sobremesa familiar de un domingo cuando sonaba el teléfono de la sala era inenarrable, no había esquina lo suficienemente alejada de la inquisitoriales miradas familiares, ni susurros que consiguiesen culminar su viaje a través de la línea telefónica que no escapasen a sus oídos.
Mucho después Barbol dijo aquello de "no hay término élfico, en lengua Ent o de los hombres para describir este horror", pero se quedó corto.