El fervor religioso pone a millones de personas a los pies de la virgen de Lourdes (Francia), pero a pocos metros del santuario mariano, lo espiritual deja paso a lo material. "Esto parece Benidorm", comenta una peregrina española.
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Lo que más gracia me hizo fue ver una fuente pública de más de 20 gruesos caños donde manaba agua supuestamente milagrosa y que los creyentes se llevaban en enormes garrafas de plástico. Una milagrolinera.
Tras una serie de sucesos(inundaciones,los atentados en Francia,la aparición de otros santuarios...) el número de visitas decreció hasta límites preocupantes(para la Iglesia),llegando a perder 10 millones de euros al año.
En abril de 2017 contrataron a Guillame de Vulpian, exdirector de recursos humanos de Renault en Francia. De Vulpian no tardó en cuadrar las cuentas, pero a costa tanto de los empleados (330 tienen ahora) como de los fieles. Los primeros vieron cómo se les multiplicaba el trabajo porque no se cubrían las bajas de los compañeros que se jubilaban, mientras que a los segundos se les obligaba a pasar por caja continuamente. El nuevo gestor incluso obligó a los peregrinos a que usasen sólo las velas a la venta en la tienda del santuario.
Ahora el nuevo Papa ha tomado ésta decisión (que define como temporal) para poner fin a la supremacía del negocio frente a la fe