Hay una cosa peor que perder tu casa: que te pase dos veces. Nilda y Penélope respiraron cuando pudieron entregar su casa al banco porque no podían pagar la hipoteca, pero el cambio de propietario de sus pisos de alquiler social les pone ante una nueva amenaza de desahucio: los fondos de inversión quieren cobrar más y se niegan a renovar sus contratos.
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