Los estudios de mercado que maneja el sector de la restauración hablan de un cambio de hábitos de consumo, sobre todo en las ciudades, que lleva al cliente a querer cualquier tipo de comida a cualquier hora.
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Eso permitiría múltiples opciones para que cada negocio hiciese lo que estimase mejor:
- Abrir unas 7 horas diarias (a elegir) todos los días del año.
- Abrir unas 10 horas diarias de lunes a viernes (o de jueves a lunes, o cerrando lunes y jueves, etc.).
- Abrir durante 24 horas durante sábado y domingo y cerrar el resto de la semana (o abrir solo lunes y viernes, etc.).
- Abrir 12 horas diarias durante 220 días y cerrar el resto del año.
- Etcétera.
Con las lógicas excepciones para algunos negocios como gasolineras, cafeterías de hospitales, etc.
Si todos jugasen con el límite de horas que propongo, la oferta se adaptaría a la demanda; todos tendrían las mismas reglas y se podría producir la competencia en horarios de modo que unos abriesen cuando otros estuviesen cerrados. Con lo que el cliente (aún trabajando en un comercio o un bar) casi siempre tendría establecimientos a los que acudir.
Eres muy optimista, #3...
Misma condiciones competitivas... A la mierda el liberalismo... A la hoguera contigo déspota...
La explotación alcanza sus más altas cotas en la hostelería, tanto en horas como en salarios. Prohibir la jornada partida para quien quiera abrir "24"/7 sería un buen comienzo. El final sería prohibirla por completo.