Dentro de unos años, cuando alguien pase a limpio la biografía de Rafa Nadal encontrará una frase demoledora: “Siempre ayudaba”. Es lamentable unir su palmarés a esa actitud provocadora con la que va por la vida, saludando, sonriendo, capaz de esforzarse. Triunfador, simpático y del Real Madrid, Nadal ya era una persona a evitar antes de esta semana, momento en el que decidió suicidarse públicamente ayudando a retirar el barro de una casa destrozada por culpa de un torrente de agua.