Vivimos sumergidos en la posverdad. Nos envuelve como una niebla leve y aparentemente inocua, conformando y guiando nuestras opiniones desde los telediarios, desde el cine, desde los nombres de las calles. No hay nada menos inocente que un callejero. "Zapatero es como el monaguillo de todos estos. Por fortuna, son una pandilla que tenemos perfectamente localizada. Ha sido una tarea ímproba, pero desde principios del siglo XX quedó claro que era un embuste del que había que defenderse".