El caso es que la asociación Hazte Oír, de filiación hooligan y transfobia militante, ha reavivado la discordia sobre la libertad de expresión y se ha propuesto obligarnos a elegir trinchera. O con los censurados o con los censores, nos dicen. En resumidas cuentas, como somos incapaces de garantizar con éxito nuestra libertad de expresión terminamos blindando la suya. Hablar de libertad de expresión sin hablar de relaciones de poder es una falacia. La libertad de expresión es el derecho de los dominados y no el privilegio de los dominadores.