Para ella Nano, que es un bulldog francés de cuatro años, es como "un hijo". "Es mi responsabilidad, yo le cuido, mi madre no tiene por qué hacerse cargo. Si iba a irme unos meses a Ibiza, prefería cuidarlo yo, que para eso es mío. Contacté con el chico del anuncio, le di mi teléfono y ya fue su chica quien me escribió por WhatsApp. Me dijeron que sí, que me alquilaban la habitación", relata. Ahí empezó su pesadilla...