Andan con cuidado, con mucho cuidado, el ministro José Manuel Soria y su brazo armado para temas energéticos, el secretario de Estado, Alberto Nadal, en todo lo concerniente al Castor. Ninguno de los dos se atreve a dar la más mínima pista sobre si el almacén subterráneo cerrará definitivamente, después de que su dueño, ACS, devuelva su concesión de explotación, o, si por el contrario, se dejará aparcado en manos del Estado hasta que pasen unos años, se intente de nuevo inyectar gas y, si no provoca terremotos, se ponga en operación.