No habrá renovación en el PSOE. No la habrá porque, el pasado domingo, los militantes socialistas debían decantarse entre dos opciones viejas: la del aparato, que gobierna desde hace cuatro años una Andalucía clientelar, o la restauración de un líder que ya había sido en dos ocasiones candidato a la presidencia, obteniendo, por cierto, los peores resultados de la historia de su partido en ambas citas.