El empuje creciente de los librepensadores y del movimiento laicista, a nivel mundial, por una sociedad más libre y más democrática, por lograr la definitiva emancipación del ser humano, por conseguir la separación del poder civil de las organizaciones religiosas, por eliminar los atavismos históricos y el patriarcado inducidos, históricamente, por las organizaciones religiosas y por el capitalismo internacional, requiere que sus reivindicaciones tengan, además de la agitación social y de la reivindicación permanente, un reflejo simbólico...