La ONU ha pedido que se ponga fin a esa práctica porque no solo es innecesaria, sino que también puede ser humillante, dolorosa y traumática. Se trata de una violación de los derechos humanos de quien la sufre y del principio ético médico de “no hacer daño”. A veces son los padres o una potencial pareja los que piden la prueba para determinar si una mujer es “elegible” para casarse. La virginidad, de hecho, no es un término médico o científico, sino un concepto social, cultural y religioso, que “refleja la discriminación de género”.