Un mal día recibimos la noticia de la violación y asesinato de un menor. En ese momento perdemos completamente de vista de que se trata de un hecho aislado, execrable ciertamente, que habitualmente parte de un sujeto honorablemente llamado “sicópata”, asquerosamente bendecido por la literatura y el cine, pero que fundamentalmente es un reverendo estúpido que simplemente confunde la realidad con sus deseos.