Imagina que eres un ciudadano y estás sentado frente al presidente de tu país. Imagina que tienes delante una audiencia de millones de personas y te dan un micrófono para que le formules una pregunta. Imagina que nadie te ha dicho lo que puedes preguntar o lo que no debes decir. Imagina que agarras el micro y, tal y como tenías previsto, lanzas tu cuestión. Imagina ahora que ese político que dirige tu país te responde. Y que minutos antes se ha sentado durante media hora con el periodista más duro...