Agosto de 2015; después de ocho meses de negociaciones entre el gobierno griego de Syriza y la Troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea), aquel aceptó el rescate de 86.000 millones de euros, imponiendo medidas de enorme austeridad. Los 86.000 millones de euros no eran para ayudar a Greca, aunque se ofrecieron a Grecia bajo esta falsa pretensión de ayudarla. Eran para pagar los intereses de la deuda pública griega, propiedad del FMI, de los bancos europeos y de los Estados de la UE.