Como recordaba el otro día Oriol Bartomeus en un excelente post, Cataluña es un objeto delicado. Como en muchos lugares, la historia ha ensamblado partes sin llegar a fusionarlas, dejando cicatrices que dan cuenta del esfuerzo que supuso unir lo diverso. Pero en Cataluña, si cabe, las cicatrices requieren especial atención porque, a diferencia de otras sociedades donde las heridas que las originaron son antiguas y están casi olvidadas, en Cataluña muchas de ellas supuraban todavía hace solo unas pocas décadas.