Fue la respuesta del Papa al titular de la Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico de Argentina), el sacerdote Juan Carlos Molina, cuando en una de sus charlas le advirtió que había asumido un trabajo que “es parte de un martirio” y que por eso su vida corre peligro. “Cuidate porque te van a matar”, le dijo Molina. “Es lo mejor que me puede pasar. Y a vos también”, le respondió el Papa. Molina explicó que Francisco está en un “lugar riesgoso” porque "ha pateado el hormiguero".

Una mañana suena el teléfono y, al otro lado, está el Papa Francisco. Quien recibe la llamada es un joven profesor universitario de Granada que vive atormentado desde su infancia por los abusos sexuales a los que fue sometido. “Nos gustaría que viniera usted a Roma”, le dice el Papa al joven, aturdido, emocionado, después de tantos de años de silencio, de incomprensión, de humillación.