El ‘científico rebelde’, como lo ha apodado la prensa anglosajona, había mantenido en secreto el desarrollo de esta nueva cepa mortal del virus de la gripe aviar (H1N1), resistente al sistema inmune. Sus efectos serían mucho mayores a los causados por la gran gripe española de 1918, que en tan sólo un año acabó con la vida de entre 50 y 100 millones de personas. Asimismo, aseguró que había presentado su descubrimiento a un comité de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “que lo recibió muy bien”