Como tantas veces había ocurrido con estos servidores públicos en el Gobierno estaba en marcha una conspiración internacional, judeomasónica y chiripitifláutica con el viejo objetivo de desacreditarles.Existe, en efecto, un complot, a cuya cabeza se sitúa la auxiliar sanitaria Teresa Romero, una mujer que se ofreció voluntaria para ofrecer cuidados al misionero fallecido García Viejo no como un gesto altruista sino para provocar un crisis internacional que ha reducido la Marca España a un chiste de Lepe.