Un joven chino, que fue identificado sólo como Wang, hace ocho años decidió vender uno de sus riñones a cambio de dos dispositivos electrónicos, transacción de la que se arrepiente cada día, ya que a partir de ese momento su vida se transformó en un infierno. En el año 2011 el joven viajó desde Anhui, una de las zonas más pobre de China, a Hunan para encontrarse con un hombre el que le entregaría un iPhone 4 y un iPad 2 a cambio de uno de sus riñones, a lo que el joven accedió.