El Estado cuida a 15.000 niños retirados de sus familias (por abusos, malos tratos…), algunos en centros públicos y otros en hogares de acogida. Pero el día de su 18 cumpleaños deben dejar el centro y la ayuda se corta en seco. Pese a lo que manda la ley, sin estudios acabados ni dinero y con secuelas de infancias truncadas, cada año 3000 jóvenes extutelados se asoman al abismo. Los programas de ayuda solo llegan a unos pocos.