Todo empezó en los años 80, en la comisaría de Humboldt Park, el corazón del barrio puertorriqueño de Chicago. El departamento de policía necesitaba a personas que hablaran español, conocieran el barrio, sus problemas y también sus pandillas. Es así cómo Reynaldo Guevara se convirtió en agente. Divorciado y lleno de deudas, se convirtió en breve en el policía con la tasa de casos resueltos más alta del departamento. “Guevara llevaba los testigos al sospechoso, y no al revés como debería ser” declaró William Dorsch, compañero de investigación.