Jubilados, pequeños comerciantes, autónomos, profesionales, extranjeros residentes en la Costa del Sol o similar son las víctimas perseguidas por los chiringuitos. En realidad, nadie está a salvo de su acoso. Cualquiera puede caer bajo su radar, especialmente si ya ha realizado alguna inversión o se ha interesado por productos finacieros. Es habitual que el primer contacto se realice por teléfono.