Llevaban dos semanas chocándose con el mar en cada punto al que miraban. 15 días rodeados de agua y nada más. Este jueves, por fin, se encontraron con una larga extensión de tierra en el horizonte. Era Lampedusa, era Europa, estaban lejos de Libia. "¿Podemos bajarnos ya?", preguntó Daniel Salomon, de 17 años, a uno de los voluntarios del Open Arms. Descubriría entonces que las respuestas sin sentido no no se agotarían todavía: "No, nos permiten entrar en aguas italianas, pero no desembarcar".