"Envidio a los madrileños. Con todo lo que estoy pasando, cada vez que sale Madrid en la televisión pienso: por qué no nos habremos ido a vivir allí, por qué...". A Silvia Cardá (40) le es inevitable no hacerse esta pregunta varias veces al día, desde que su marido falleciese el pasado diciembre. Esta valenciana tiene dos opciones, ambas igual de aciagas. La primera, pagar 350.000 euros que no tiene y, por tanto, vivir embargada y endeudada con Hacienda de por vida. Y la segunda, renunciar a la herencia y quedarse en la calle.