En estos tiempos en que a muchos cuesta captar ciertos matices, y mezclan unas cosas con otras. Así como la islamofobia, o desprecio intelectual y antropológico hacia los musulmanes y sus creencias, es una actitud éticamente dudosa, intelectualmente rebatible y estratégicamente inviable (más que nada, porque resulta muy difícil neutralizar por la fuerza a más de mil millones de personas), frente al islamismo, o integrismo, o yihadismo, se impone necesariamente una respuesta firme y contundente porque es una amenaza de primer orden.