Ni los celos, ni sufrir, ni depender de alguien es amor, por mucho que nos digan los cuentos y películas de princesas con un final feliz. La cultura y la historia han difundido, durante años, una idea falsa del amor entre las parejas, acompañadas por campañas de San Valentín que potencian la visión del romanticismo. La consecuencia es la idealización y aceptar unas creencias que impiden unas relaciones sanas. Interpretar en positivo los celos o tolerar comportamientos abusivos pueden llevar a situaciones insostenibles, como la violencia.