Cuando mis dos hijos, Holly y Sam, estaban creciendo, mi esposa Joan enfocó casi todo su tiempo en criarlos, y yo trabajaba desde casa –primero en nuestro bote, que anclábamos en un canal en el vecindario londinense de Little Venice, y ahora en mi hamaca en Necker Island, en el Caribe. Siempre me llevaba conmigo a mi familia en los viajes de negocios cuando era posible, así podía estar presente para enfrentar cualquier problema.